El mundo está observando a Estados Unidos y las elecciones de este martes, sabiendo que podrían desatar una ola de incertidumbre que afectaría a los mercados y la economía global. Otro país, Alemania, sin embargo, se enfrenta a su propia crisis económica y política, que en este contexto ha pasado desapercibida.
La coalición gobernante en Alemania formada por el SPD, los Verdes y los liberales ha llegado a un punto crítico. Recientemente se filtró el plan del ministro de Finanzas, Christian Lindner, que pide un «cambio económico» y una revisión importante de la política fiscal del país. Este documento propone reservar fondos de austeridad para introducir un programa de sanciones para los deudores graves, lo que ha causado un gran revuelo.
Con un límite constitucional que prohíbe un déficit superior al 0,35% del PIB, Lindner propone flexibilizar las condiciones para la recuperación de fondos y reducir la inversión y los subsidios climáticos. En particular, propone renunciar a una subvención de 10 mil millones de euros a Intel, lo que ha provocado tensiones en el gobierno.
El ultimátum de Lindner pretende solucionar el déficit real de 8.000 millones de euros y financiar el resto mediante recortes en los servicios públicos. Sin embargo, analistas como Carsten Brzeski de ING advierten que estas propuestas podrían resultar inaceptables para los Verdes y el SPD. La presión sobre el gobierno está aumentando y existe el riesgo de un colapso político a medida que se acercan las elecciones federales previstas para septiembre de 2025.
La portavoz del SPD, Saskia Esken, reconoció que la situación era tensa y que las propuestas de Lindner podrían beneficiar a los ricos a expensas de la clase trabajadora. A pesar de ello, algunos miembros del SPD creen que todavía es posible llegar a un acuerdo, aunque las posiciones estén muy alejadas.
La oposición, representada por la CDU, considera el plan de Lindner un «certificado de divorcio» de la coalición y afirma que la situación económica es insostenible. La incertidumbre política podría pesar sobre las perspectivas económicas de Alemania, con problemas como los de Volkswagen y las tensiones gubernamentales dominando el entorno empresarial, según analistas de Pantheon Research.
Además, se avecina un importante desafío financiero. Una posible decisión del Tribunal Constitucional alemán podría provocar un déficit de 75 mil millones de euros, lo que complicaría aún más la situación. Está prevista una audiencia judicial para el 12 de noviembre y su decisión podría tener implicaciones de largo alcance para la política fiscal del país.
Alemania se encuentra en un momento crítico con tensiones políticas internas y una economía en crisis que podría llevar al país a un punto de inflexión. La próxima semana será crucial para decidir si el gobierno puede encontrar un camino hacia la estabilidad o si, por el contrario, se enfrenta a un colapso inminente.
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